24 de agosto de 2014

Tolkien (V): La religión en la Tierra Media

Hoy toca volver a hablar de la obra de El Profesor, y en este caso, de un tema tan elevado como puede serlo la religión. Porque, aunque en ningún momento ni en ninguno de sus libros, se hace mención o referencia a ningún culto, o a ningún templo, la religiosidad que impregna sus libros es más que patente. Además, en este caso, se le pueden dar dos enfoques a la religión dentro de los mundos de Tolkien: uno externo, y otro interno. 

Con "externo" nos referiremos precisamente a lo que inspiró a Tolkien, a las ideas en las que se basó para crear Arda y todo aquel que en ella habita. En este aspecto, hay que empezar diciendo que Tolkien  era profundamente católico. De hecho, al poco tiempo de morir su padre, su madre hizo que tanto ella como sus hijos se bautizaran, a pesar de que eso supondría, y de hecho supuso, la retirada por completo de toda ayuda económica por parte de su familia política. Esto, para el joven Tolkien, hizo que viera en su madre a una especie de "mártir moderna", al negarse esta a vender sus creencias sólo por tener un sustento económico. Y el hecho de que ambas partes (su madre y sus tíos paternos) se enrocaran en sus posiciones, no hizo sino fortalecer esta imagen.

Gustav Doré - Lucifer
Así pues, no es de extrañar que en El Silmarillion nos encontremos con Eru Ilúvatar, un ser eterno, omnipotente, omnisapiente y omnipresente, cualidades todas ellas del dios Cristiano. Y como éste, Ilúvatar también tiene una cohorte de "seres angelicales" a su servicio creados por él mismo, entre los cuales, hay uno que se rebela contra él y contra sus hermanos. En este caso, el Génesis de Arda es ligeramente diferente al que se nos presenta en el Antiguo Testamento, ya que la tierra es creada entre todos esos seres en lugar de ser creada por Dios en persona, aunque sea la voluntad final de Eru lo que hace que exista como entidad física en sí misma. Y cuando el mundo comienza su existencia y los "ángeles" entran en él, es cuando empieza la guerra entre las fuerzas del bien y del mal. Como veis, el paralelismo entre el panteón cristiano y el de Arda es muy fuerte. Hay diferencias, por supuesto, ya que a fin de cuentas, no deja de ser un mundo totalmente nuevo e inventado, pero eso no quita para que las semejanzas entre ambas "religiones" sean aun más notables. Por poner un último ejemplo, el Dios cristiano, es su faceta "omnipotente" es quien lo hace absolutamente todo, milagros incluidos, aunque estos se realicen por mediación de terceros (santos o ángeles), mientras que en Arda, Eru delega todas las acciones realizables en los Ainur (esos seres angelicales), permaneciendo él en un segundo plano hasta que no sea verdaderamente necesaria su intervención (el hundimiento de Númenor, por ejemplo).

Eru y los Ainur creando Arda
Por otro lado, el aspecto "interno" de este tema es, precisamente, de qué forma percibían los habitantes de Arda a esos seres, y como se relacionaban con ellos. En este caso, hay que indicar que, al contrario que en el mundo contemporáneo, donde no hay nadie que haya visto a un ángel (y con esto me refiero de forma realmente tangible), ni mucho menos vivido con él durante miles de años, y que no implique un verdadero acto de fe (porque, a fin de cuentas, eso es la fe, creer en la existencia de algo que no puedes captar con ninguno de tus sentidos), en Arda en general, y en la Tierra Media en particular, hay seres que sí han visto a esos seres angelicales y que incluso han vivido con ellos durante milenios, que no son otros más que los Elfos. Los Elfos de Arda, tal y como se cuenta en El Silmarillion, vivieron en presencia de estos seres prácticamente desde su aparición en el mundo, viviendo con ellos en lo que vendría a ser el equivalente al Paraíso cristiano. Pasado un tiempo (nada, un par de diezmilenios o así, día arriba, día abajo), un grupo de estos Elfos dejan de lado la tutela de los Ainur y emigran a la Tierra Media, pero sin perder esa beatitud adquirida en su compañía ni esa especie de "ser brillante" por haber vivido tanto tiempo junto a seres celestiales. En este aspecto, cuando llegan a la Tierra Media y les dicen a los demás de dónde vienen y con quiénes han estado, se puede ver claramente que están diciendo la verdad. No hace falta ningún acto de fe, pues ellos mismos son la prueba de la existencia de tales seres. Aun cuando los Hombres, que aparecen mucho más tarde y no tienen la posibilidad de vivir con los Ainur, gracias a las experiencias que les toca vivir en la Tierra Media y el contacto con esos Elfos es más que suficiente para ellos para saber que, efectiva y positivamente, hay un ser superior llamado Eru y unos seres llamados Ainur que lo sirven.

Es aquí donde se da la principal diferencia entre el Cristianismo de Tolkien y su creación, porque mientras que nosotros los humanos, para celebrar nuestro "acto de fe" necesitamos realizar tres misas diarias, a realizar en un lugar en particular, o templo, llamado "iglesia" en este caso, en la Tierra Media no hay culto alguno en absoluto, debido precisamente a lo mencionado anteriomente. La única excepción a esto es el Culto a Morgoth, que Sauron instaura en Númenor cuando finalmente consigue corromper a dicho pueblo, y la construcción de un templo consagrado a dicho Ainur para el sacrificio de víctimas humanas supone, precisamente, la excepción que confirma toda esta regla. En este aspecto, la ausencia de un culto oficial se entiende gracias a ese conocimiento seguro de existencia, ligado este, además, a que al principio de la Historia de Arda los Ainur están tan involucrados en los asuntos que ahí se desarrollan que no tienen ningún problema en canalizar parte de sus poderes a aquellos que se lo pidan (lo que llamaríamos magia, en este sentido). También aquí se puede observar el decaimiento de la propia Tierra Media conforme los Ainur se van desentendiendo de ella, y los Elfos, que eran los que más canalizaban ese poder, van regresando a Valinor. En resumen, aunque no estén presentes, la existencia de dichos seres es más que patente, ya fuera por una vía o por otra.

Finalmente, y ya para rematar, una mera reflexión al respecto. Sí es verdad que en ningún momento de la obra de Tolkien, excepto el mencionado Culto a Morgoth, se hace referencia a religión alguna, pero eso no quita para que, seguramente y a nivel privado, muchos de los habitantes de la Tierra Media no tuvieran su momento de rezo diario. Y que, además, ¿Qué puede ser más parecido a un conjuro mágico que una oración o un ensalmo cuando pedimos ayuda a Dios o a los santos?

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